Buenos días,
Hoy os quería hablar de las
grasas, y lo primero que os voy a decir es: las grasas son sanas.
Estaréis diciendo pero que dice este tío? Todo el mundo buscando los productos
0% y ahora nos viene con estas? Si, lo digo, y lo repito, son sanas, además
añado, son necesarias. Vamos a explicar esto, porque os veo con cara de
incrédulos.
Ciertas grasas reducen el riesgo
de cáncer, problemas de corazón, alergias, artritis, eczema, depresión, fatiga,
infecciones, síndrome premenstrual... La lista de síntomas y enfermedades
asociadas a su deficiencia de grasas, crece cada año. Si no tomáis nada de
grasas, te estás privando de nutrientes esenciales para tu salud. Sin embargo,
es importante saber qué grasas son las que favorecen la salud y cuáles las que
predisponen al organismo a enfermar.
Grasas saturadas
Estas grasas se encuentran sobre
todo en la carne roja y en productos vegetales como la crema de cacao, el
aceite de palma, mantequilla, el coco, el cacahuete…
Este tipo de grasa es usado
principalmente para obtener energía, pero debido a la longitud de los ácidos
grasos, es más propensa a adherirse a las paredes de las células, órganos y
arterias, causando problemas de salud.
Sin embargo, una ventaja de estas grasas es que tienen pocos problemas de
ranciedad, y mantienen su integridad mucho mejor que los aceites de cocina.
Los hidratos de carbono refinados
pueden pasar a ser grasas saturadas. Una vez digeridos, se convierten
rápidamente en glucosa, además como ya vimos, aumentan la secreción de insulina
de forma abrupta. Esta entrada masiva de energía, satura las células provocando
excedente que pasa a almacenarse en ácidos grasos, los cuáles se unen a
moléculas de glicerol para formar triglicéridos. Por este motivo es importante
además de cuidar el consumo de grasas, vigilar el consumo de azucares e féculas
refinadas.
Aceites Monoinsaturados
Los aceites monoinsaturados han
sido muy utilizados en la cocina mediterránea siendo ahora apreciados por sus
sanas propiedades.
Éstos incluyen el aceite de
oliva, almendra, cacahuete, pistacho, aguacate y avellanas, y se encuentran en
buen equilibrio entre las grasas saturadas y los aceites poliinsaturados. Esto
significa que no conllevan el tipo de riesgo para la salud que presentan las
grasas saturadas, y, por otro lado, son más resistentes a ponerse rancios que
los aceites poliinsaturados.
Los aceites monoinsaturados
tienen otra cualidades: por un lado, reducen las lipoproteínas LDL que ejercen
un efecto negativo sobre las arterias y, por otro lado, no agotan los niveles
de HDL, los cuáles, eliminan las grasas de las células y las transportan al
hígado para ser desintegradas por los ácidos biliares y eliminadas del cuerpo.
El grado por el cual un aceite es
monoinsaturado está determinado por la cantidad de ácido oleico presente. De
los aceites monoinsaturados, anteriormente mencionados, el más alto en este
ácido es el aceite de oliva. Por este motivo los países mediterráneo, donde el
consumo de aceite de oliva es mayor, la incidencia de ataques de corazón es
menor.
Aceites Poliinsaturados
Los aceites poliinsaturados son
ricos en ácidos grasos del tipo Omega 3 y Omega 6 que son básicos, por sus
beneficios, para disfrutar de una buena salud.
Se les llaman ácidos grasos
esenciales y entre éstos se encuentran el ácido linoleico, de la familia de los
Omega 6 (aceite de girasol, maíz, soja, sésamo, cáñamo, onagra, borraja,
semilla de grosella), y el ácido alfa-linolénico, de la familia de los Omega 3
(aceite de lino, soja, calabaza, nueces, vegetales de hoja verde y pescado
azul) .
Sin duda, las grasas poliinsaturadas
son las que más debemos consumir para mantenernos sanos. Sin embargo, éstas no
están exentas de peligro. Por ejemplo, los aceites líquidos a temperatura
ambiental que son hidrogenados, alterados o calentados para la elaboración de
margarinas, productos de bollería, comida preparada, etc., tienen efectos
nocivos para nuestro sistema cardiovascular, inmunitario, reproductivo, para el
metabolismo de la energía y grasas, la salud de nuestras células y la función
del hígado.
Otro aspecto negativo de este
tipo de aceites es que, aunque ayudan a bajar las lipoproteínas LDL que
transportan las grasas a las células, también reducen la cantidad de
lipoproteínas HDL que transportan las grasas al hígado para ser eliminadas del
organismo. Por este motivo, es importante no abusar de ellos.
Los aceites de la familia Omega 6
y 3 son muy sensibles a la luz, oxígeno y temperatura. Cuando se exponen a
estos factores se convierten en radicales libres. Esto quiere decir que en vez
de ejercer un efecto positivo en nuestra salud, actúan dañando nuestras
células. Por este motivo, es fundamental que NO los usemos para cocinar.
Consejos
Toma diariamente un par de
cucharadas de aceite de la familia Omega 6, 3, o, alternativamente, dos
cucharadas de semillas (sésamo, girasol, calabaza, lino) trituradas o molidas.
Come pescado (salmón, trucha,
sardinas, arenque, caballa, etc.) tres veces por semana.
Asegúrate de que los aceites
poliinsaturados que compres estén prensados mecánicamente a temperatura baja,
sean biológicos, y estén guardados en botellas opacas de cristal u otro tipo de
envasado que los proteja de la luz. Usa este tipo de aceites SIEMPRE en crudo,
en ensaladas, sopas y alimentos cocinados una vez servidos en el plato.
Guárdalos en la nevera.
Los frutos secos y semillas deben
cumplir unos requisitos parecidos a los aceites: siempre que puedas cómpralos
con cáscara (así estarán más protegidos de la luz, temperatura y oxígeno) Si
los compras pelados, asegúrate de que son frescos (nunca comas estos alimentos
si saben a rancio) y consúmelos sin tostar. Guárdalos en la nevera. No olvides
incluir un puñado de estos frutos en tu dieta diaria.
Evita el consumo de grasas
saturadas presente en la carne roja, productos lácteos, bollería, embutido etc;
grasas hidrogenadas como la margarina; y comidas fritas.
Cuando cocines usa siempre aceite
virgen de oliva. Cocina siempre a bajas temperaturas y si usas la sartén, pon
primero los alimentos y luego el aceite. Esta técnica previene la oxidación del
aceite.
Evita los azúcares, pasta, arroz
blanco y otras féculas refinadas.
Tomad un puñado de frutos secos
con cascara, sin tostar, diariamente.
Ya sabéis que hay que comer
grasas, ahora, la diferencia es saber cuáles y cuando tomarlas. Con este
post creo que queda claro su uso, si lleváis todo esto a prueba y hacéis una
ingesta diaria adecuada de grasas, adelgazareis vuestros depósitos de grasa y
perderéis peso.
Quién diría que tomar grasa
ayuda a perderla, verdad? :)))